“3 palabras que pueden cambiar tu vida para siempre:
EMPIEZO POR MÍ”
Un ejercicio sexy y divertido. Logra flexibilidad. Tonifica tu cuerpo totalmente. Estiliza tu figura y mejora tu autoestima. Se mejora la resistencia física, el tono muscular, la fuerza, la elasticidad y la coordinación.
Una forma de bailar, hacer ejercicio desarrollando las actitudes que toda mujer lleva en su interior...
Un ejercicio sexy y divertido. Logra flexibilidad. Tonifica tu cuerpo totalmente. Estiliza tu figura y mejora tu autoestima. Se mejora la resistencia física, el tono muscular, la fuerza, la elasticidad y la coordinación.
Una forma de bailar, hacer ejercicio desarrollando las actitudes que toda mujer lleva en su interior...
En pleno apogeo de la
preocupación por el físico, mi anfitriona María Fallas llegó desde su país
natal, Inglaterra, e invadida por un entorno de serenidad junto a sus ganas de
innovar, instala en el corazón de Alicante lo que pronto se convertiría en el “deporte”
más divertido hasta la fecha: elPole Dance.
Hasta
ahora, visto como un acto erótico, despectivo hacia la intimidad de la mujer,
lo que el público desconoce es su pionera labor como artífice de un disfrute
totalmente contradictorio: Pole Dance no era simplemente una chica desnuda ante
multitud de varones hipnotizados, sino un vasto proyecto físico-mental, que
tenía como objetivo desplazar la visión errónea de uno mismo, proponiendo
frente a esta una nueva mirada real mediante la práctica de este deporte. Esta
podría ser la divisa del Pole Dance: si quieres cambiar-modificar tu físico,
modifica tu mente. De la misma manera que la sociedad insultó esta práctica
sobre la barra, el Pole Dance confía en ella de forma tergiversada, ante la creación de
un hombre/mujer seguro de sí mismo.
Tras compartir esta experiencia con María, a quien
puedo destacar como mi anfitriona clave, he ido descubriendo tapaderas acerca
de este nuevo mundo. A medida que pasaban los días, las visitas,
conversaciones, etc, se abrían nuevos caminos desde mi punto de vista, en los
que he podido comprender el verdadero significado de este deporte. Desde
conocer el por qué instalarse aquí, en pleno centro de la ciudad, a llegar a
conclusiones tan insospechadas como el reflejo que produce la luz sobre la
barra de Pole Dance.
Ahora bien, mi trabajo como arquitecto comienza
aquí, el día que decido tocar el timbre de su edificio. Conocer e indagar
acerca de su entorno, sus experiencias y su forma de habitar. Es así como me
introduje en aquel salón lleno de barras donde María pasa la mayor parte del
tiempo ejercitando e instruyendo a nuevas mujeres con ganas de divertirse. El
siguiente paso era conocer y llegar a comprender qué materiales son aquellos
que mejor definen su mundo, un entorno de metal, goma, artilugios con los que
instruir y ejercitar,… Llegando a una nueva conclusión posible en mi trabajo,
un nuevo material diseñado exclusivamente por mí que se adapte de la mejor
forma a este salón para ayudar a las mujeres en la práctica sobre la barra: una
superficie adaptable a la sujeción de los pies. Ayuda a mantener el equilibrio
durante el baile y prevenir accidentes al contactar de forma brusca con el
suelo.
Tras conocer el entorno, llega el momento de
aprender de este deporte, de sus necesidades y de sus objetivos, así como
también qué ejercicios llevar a la práctica para conseguir resultados. No
resulta fácil mantener en el equilibrio sobre la barra, ni tampoco conseguir un
giro por simple que parezca. Se necesita un entrenamiento constante y
periódico. Así es como expongo un nuevo producto capaz de ayudar a conseguir
estos resultados por sí solo. Un dispositivo o gadget que nos proporciona estas
nuevas destrezas. Un nuevo diseño de zapatillas nos imponen el desequilibro y
la rodadura, para que con el tiempo estos pasen a ser parte de nosotros mismos
sin necesidad de este dispositivo.
Llegados a este punto, hemos aprendido sobre el propio lugar como del propio deporte. Nos queda descubrir un paso intermedio. Aquello que conecta la práctica con su lugar. El por qué se practica aquí (en este salón) y no allí. Un transductor (dispositivo que transforma una determinada manifestación de energía en otra, y este puede ser de tan diversos tipos que me han encaminado a crear uno propio) nos proporciona la clave para comprender el lugar en su totalidad. Mediante un reloj solar, puedo medir la presencia de luz en la sala, entender a qué horas incide y de qué forma lo hace, lo cual nos sumerge en un entorno lleno de posibilidades en los que actuar.
Esta
es la manera en la que nos adentramos en el entorno Pole Dance: un Disneyland
para hombres y mujeres hecho de metal, barras y barras y, un elemento que dota
de cierto poder que crea terror… El espejo. Permanecer frente a él crea
incomodidad, frustración ante la práctica del baile. Este complejo, mezcla
inspirada en los utópicos sexuales Strip Clubs, más el mundo fitness de
un gimnasio, funciona en cierto modo de una manera caótica, errónea.
El
archipiélago Pole, tratándose en este caso del salón de María, sirve de
laboratorio para poner a prueba la capacidad de aceptación, del propio ego de
uno mismo. Desde el miedo ante un espejo, hasta un completo conocimiento de
autopercepción, cuyo medio de producción es el baile en barra, donde la
arquitectura funciona como un escenario en el que se teatraliza la aceptación
humana.
Finalmente, he podido crear este nuevo “teatro”
interactivo. Un espacio que te sumerge en el conocimiento de ti mismo y saca
las aptitudes que llevamos todos por dentro.
Seis sencillos pasos que nos ayudan a ganar esa confianza perdida por
medio del mundo de María, el Pole Dance como forma de bailar.
El proceso |
Mi rincón...
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